11/6/08

-Bienaventurados los que lloran, porque recibirán consuelo.

Padre, usted no sabe.

Cómo puede con tanta displicencia burlarse del que llora con una frase tan demagógica.

-Fran, vamos.

Pero es difícil, difícil continuar.

El mundo, la gente, las hojas, no acallan las voces de mi alma; no develan la verdad.

Barros y sus sombras, sus mil sombras me persiguen, la batería de los Artic Monkeys rompe mis oídos y camino.

-¡Fran!

-¿Qué?

-¿Qué te pasa?

Odio a la gente que dice ‘nada’, pero no hay mejor respuesta que no quiere ser dada.

Entonces digo:

-Nada.

Nunca seré Cortazar, odio los cuentos sin sentido.

Escribo un poema al pasar una farmacia.

Es el ahora

El tiempo

La distancia

Nuestras nubes,

Nuestras sombras.

Me acuerdo de ti, de las sabanas y los pies, del sudor y el delirio.

-¿Quieres mote con huesillo?

El hombre de blanco nunca me ha dado confianza.

-No, no.

Amo cuando me dices te amo, lo recuerdo.

-¿Te acuerdas del Carlos?

-Sí.

-Ahí está.

Levanto la vista.

-Está flaco- digo por decir.

Quisiera tomarte cuando quiera.

-Te lo comiste, cierto.

-Mm...

-Vamo’ al bule.

En el subsuelo está la ciudad.

La melancolía me detiene frente una vitrina. Una polera negra tiene escrito Sonata Artica y ‘I will be here’ suena en mi cabeza.

-¿Qué estay mirando?

-El ayer.-

Duerme junto a las nubes

Que en el árbol te esperare.

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